Las conversaciones por videollamada con mis padres durante las últimas semanas, se asemejan a algo así:
Yo: Hola ma. Hola pa. ¿Cómo andan?
Mi mamá: ¿Ya leíste lo que te mandé sobre la Inteligencia Artificial?
Yo: No mamá. Ya te dije que no me interesa.
Mi mamá: Pero es importante. Te van a echar del trabajo si no usas eso.
Yo: Lo use o no, probablemente me terminen echando igual. Además, ya la estoy usando en el trabajo, cuando me da pereza escribir un email.
Mi mamá: Tu papá la usa. Preguntale. -mi papá de fondo: Sí, yo la uso- ¿Viste? tenés que usarla. Te vas a quedar sin trabajo y sin plata. Sos un tonto.
Yo: Okay mamá. Te quiero mucho.
Mi mamá: Yo también. Chau.
(Nos queremos mucho.)
El punto de mi dramatización completamente fiel a los hechos reales, es que tanto en mi casa, como en mi trabajo, como en Substack, en los podcasts que escucho, en las conversaciones de metro, restaurantes, películas, radio, medios, redes; por poner un par de ejemplos, se habla de Inteligencia Artificial.
No hay escapatoria. Es omnipresente. Podes irte a hablar con un jubilado en el parque jugando petanca, que tarde o temprano algún comentario con respecto a cómo la inteligencia artificial ha revolucionado la manera en la que se calcula la perpendicular de la bocha, y de qué manera en los próximos cinco a diez años, las partidas de petanca serán reemplazadas por un simulador de Meta o de Open AI.
No estoy exagerando. En absoluto. Y mira, quien soy yo para decir si esto está bien, o está mal. Al final, tengo tanto conocimiento del tema como el perro de mi hermana (Lilo) sobre la economía argentina.
No voy a hacer un análisis futurológico, ni tampoco creo que estemos frente a la Singularidad, o que se nos viene Skynet encima, y ay que serán de nuestros trabajos como Copywriters, Community Managers, Sales Development Representatives, Junior Data & Behavior Analysts, y todos esos nombres en inglés que le ponen las empresas para ofrecerte 18.000€ brutos al año y los viernes de pizza.
Lo que si puedo decir con total sinceridad, desde el fondo de mi corazón, y con la más absoluta certeza, es que estoy hasta acá arriba (dejo a tu criterio imaginarte que tan alto estoy señalando) de gente hablando de la IA. Estoy harto. No doy más con el tema.
Me disculpan la expresión, pero me tienen hasta los quinotos.
Como ha ocurrido hasta el presente con todos aquellos que auguraban que se nos venía el fin del mundo, ya sea el cambio climático, el covid, la sequía en Cataluña, la tercera guerra mundial, la inteligencia artificial, el Y2K, la roomba y demás - lo más probable es que no termine pasando casi nada.
(No, no estoy negando el cambio climático pero no es el apocalipsis).
Nuestra vida continuará con relativa normalidad. ¿Habrán despidos? probablemente, ¿desaparecerán puestos y oportunidades de trabajo? por supuesto, como con todos los avances tecnológicos, ¿seremos reemplazados por entes tecnológicos superiores, que nos harán vivir como ovejas embobadas de un rebaño, enchufados simulación, ignorantes de la realidad? No.
Lo mismo con los que se emocionan porque cada lunes, la IA hizo alguna cosa que hacemos todos los días. Que si escribió una canción, hizo un dibujo, un video de youtube o se inventó una receta de cocina. ¿De verdad me estás diciendo que una computadora, con una capacidad de procesamiento y memoria muy superior a la del homo sapiens promedio, hizo algo que nosotros llevamos haciendo por siglos? ¡Wooooooow! Es que no me lo creo.
En definitiva, al igual que ocurrió con la llegada de internet y de las redes sociales, implementamos estas tecnologías a nuestras vidas las cuales, en esencia, continuaron más o menos igual. La única diferencia es que ahora somos todos un poquito más infelices por ello.
Aún nos despertamos por la mañana y nos dormimos por la noche, comemos lo que nos gusta y se nos antoja, nos vemos con nuestros amigos, vamos al trabajo, nos enamoramos, formamos familias, tenemos hobbies, leemos, jugamos, nos alegramos, nos deprimimos, escribimos, hacemos ejercicio, bailamos, bostezamos, dibujamos y todas las actividades que te alcancen para hacer en las 24 horas de un día.
La IA traerá muchas cosas. Buenas y malas. No obstante, nuestra vida y la experiencia humana seguirá siendo, a grandes rasgos, la misma. Así que por favor, se los suplico, dejemos de hablar de la Inteligencia Artificial como si de la segunda llegada de Cristo se tratara (o Lisan-Al-Gaib, o Ragnarok, o el 2012)
Hay tanto por ver y descubrir en el mundo como para obsesionarnos con un tema como este.
Hasta la próxima,
Lucas.
El miedo es una emoción muy motivadora, por lo que supongo que la utilizan para vendernos cosas que no necesitamos, si no es para influenciar nuestro comportamiento en el día a día. Tampoco me gusta ir por la vida desinformado, pero lo cierto es que cada vez me cuesta más encontrar la motivación para estar al día con las noticias.
Gracias gracias gracias. Yo estoy hasta las glándulas de oír y leer catastrofismos de todo tipo. Reconozco que mi primer impulso es preocuparme mucho y hasta tener miedo, pero luego, empiezo a distinguir el acojonamiento mediático en el que nos quieren meter. No sé con qué intención, pero sí veo que sirve para tener a todo el mundo entretenido (una vez más) y alejarse de sus propias reflexiones internas. Que realmente son las que nos llevan a la lucidez y el discernimiento