El otro día (como mi newsletter) me juntaba a tomar un café con uno de esos amigos que ves una vez al año, pero que cada conversación es una continuación directa de la anterior.
Este amigo es de esos que cuando lo conoces, decís “cuando sea grande quiero ser como él”, pese a que solo me lleva un par de añitos. Lo admiro porque es una fiera para los negocios, es de esos que se entrena 6 veces por semana, y trata, con mucha disciplina y persistencia de mantenerse estoico frente a dramas y preocupaciones. (Dije trata).
Bien, en la conversación que llevamos teniendo desde que nos conocemos, cubrimos todo el espectro conversacional. Desde política hasta las novias que se va echando. Pero uno de los temas centrales, siempre, es el bienestar propio. El mío y el suyo. No el de su hermana, su mamá, su socio, o del pueblo.
Es un bienestar egocéntrico e individualista.
Desde fuera, nuestras conversaciones pueden sonar egoístas. Pasamos buena parte del tiempo hablando de nosotros, de cómo nos sentimos, y de como podemos mejorarnos. Puede que suene a charla de dos machirulos inflándose el ego el uno al otro.
Y si piensas así, no te culpo, yo solía pensar lo mismo.
No obstante, en esa misma conversación, con los granitos de café molido ya fríos en el fondo de la taza, mi amigo dijo una frase que resume a la perfección lo que quiero remarcar hoy:
“La mejor manera de ayudar a los demás es trabajar en uno mismo”.
Tomá mate.
Si no entendiste el por qué, te lo explico en cortito.
¿Qué te puede ofrecer el que no tiene nada para darte?
Y un poco menos cortito.
¿Cómo pretendes prestar dinero a un familiar en apuros si no pasaste años ahorrando e invirtiendo?
¿Cómo quieres estar presente en la graduación de tus nietos si nunca cuidaste tu salud o hiciste ejercicio?
¿Cómo vas a dar buenos consejos si nunca te sentaste a estudiar o a leer un libro?
El ejercicio egoísta de trabajar en uno mismo, de pensar en el beneficio propio, es lo que a futuro te dará la posibilidad de ayudar a las personas que te rodean.
Hasta ahí todo bien.
Pero no confundas el beneficio propio con la autocomplacencia. No se trata de hacer lo que se te de la gana porque se te sale de los huevos. Perdón, los quinotos.
Fumar cigarrillos porque se te antoja, no es invertir en vos mismo. Comer pizza, helado y hamburguesa porque es lo que te gusta tampoco. O ir al gimnasio para tener cuadritos en la panza o sacar un buen culo porque quieres más likes en insta es igual de inútil.
Invertir en uno mismo es enfocarse en las cosas que pueden dar fruto a largo plazo. Ir al gimnasio para verse bien no tiene nada de malo, al igual que invertir en crypto para irte de fiesta tampoco, pero, ¿qué crees que te dará más felicidad y satisfacción en el futuro?
¿Los likes de gente random, o sentirte sano y fuerte para echarle una mano a tus viejos cuando les cueste levantarse de la cama? ¿Invitar una ronda de copas a los que conociste en la discoteca, o comprarte una casa con tu pareja? Estas cosas no son necesariamente excluyentes, pero tu tiempo y tu energía son limitados, y lo que decidas hacer con ellos puede impactar en tu capacidad de hacer otras cosas.
Elijas lo que elijas, no conseguirás nada de esto si no sos egoísta con tus prioridades y tus metas.
Por último, no confundas esta reflexión con una de esos consejos para rutinas optimizadas y mega-archi-productivas. No soy de esos.
Por supuesto, considero fundamental dejar lugar para esas cosas que no tienen ningún objetivo particular y no todo en la vida es una competencia. Sin embargo, creo que mi creencia se mantiene.
Pensar más en vos mismo puede ser mucho más valioso a largo plazo, que vivir tu vida según las necesidades de los demás.
Hasta la próxima,
Lucas.
Totalmente de acuerdo con tu amigo. Es algo simplemente necesario.
Un símil que me gusta es el de las mascarillas de oxígeno de los aviones. En caso de emergencia, siempre has de ponerte la tuya ntes de ayudar al resto a ponerse la suya. La vida es simplemente eso: trabajar en nosotros para estar bien, y de ese modo (y sólo de ese modo) podremos participar de forma constructiva en la vida de los demás.
Sí que hay generosidad en ser egoísta, porque al trabajar en ti podrías estar pensando también en los demás. Como siempre digo: no somos islas. Así que las decisiones reflexionadas que tomamos, nos llevarán a construir una perspectiva distinta, lo que se puede traducir en acciones que impacten la vida de otras personas.
Gracias por compartir, me has ayudado con un tema que llevaba varios días en mi cabeza.
Saludos desde México