¿Qué hubiera sido?
¿Alguna vez te preguntaste cómo sería tu vida si hubieras elegido diferente? Yo sí, y te lo cuento.
Hay un juego que suelo jugar cuando estoy muy aburrido en mi cabeza. No es tan agradable o entretenido como adictivo. En más de una ocasión es doloroso, agobiante y frustrante. Pero por encima de todo, es bastante inútil.
De todas formas, lo suelo jugar en las noches que no puedo dormir. Casi siempre solo pero otras veces con mi novia o con amigos. La conclusión del juego siempre es la misma, una sensación de insatisfacción y resignación generalizada.
A ese juego lo llamo el “¿Qué hubiera sido?”, y las reglas son muy sencillas: imagina cualquier decisión que hayas tomado en tu vida, cualquiera. Desde si jugabas al fútbol con tus amiguitos, hasta el día que decidiste tener un hijo; e imagínate que no tomaste esa decisión. Cuando hayas elegido la forma en la que querés torturarte, dale rienda suelta a tu imaginación y mira como ocurre la magia.
En muy poco tiempo te vas a dar cuenta de por qué es tan adictivo. Las posibilidades son infinitas. Por ejemplo, ¿qué hubiera pasado si yo hubiera estudiado programación en vez de marketing? ¿Ganaría un sueldo más alto? ¿Me interesaría todo el mundito de las IAs? ¿Tomaría RedBull y jugaría al LOL? No tengo ni idea, pero imaginármelo es entretenido, por un rato.
Y ese es un ejemplo muy light, porque te aseguro que las cosas se ponen muy negras, muy rápidamente.
Por poner más ejemplos, con un muy buen amigo nos sentamos una tarde a tomar unos mates. Los dos estudiamos la carrera en Barcelona, vivimos la pandemia juntos y nos graduamos al mismo tiempo. Mientras esperábamos a que sonara el pitido del calentador indicando que el agua había alcanzado los 80 grados, uno de los dos soltó la pregunta:
¿Qué hubiera sido de nuestra vida en la universidad si no hubiera pandemia?
Le respondí con un “muchísimo mejor” casi involuntario. No pude contenerlo. Y fue el comienzo de una larga conversación de fantasías irrealizables: imaginando las fiestas a las que hubiéramos ido, los amigos y amigas que pudimos haber hecho, los viajes perdidos, las chicas, los intercambios, las cervezas y los brindis… todo para acabar la conversación mirándonos los pies y con sabor amargo por el mate lavado y todas las experiencias perdidas.
De los cuatro años que me tomó la carrera, dos y medio se vieron afectados por la pandemia. Ya para el último tuvimos un semblante de normalidad, pero lo pasé muy ocupado trabajando y con la tesis como para subirme a la movida de “me estoy graduando”.
Una vez terminé la tesis, me recibí y no tardé ni una semana en preguntarme si hubiera sido mejor haberme enfocado en disfrutar más y trabajar menos. Volvió la sensación de angustia y arrepentimiento.
Y puedo ir más atrás incluso. Como te digo, las posibilidades son infinitas. ¿Qué hubiera sido de mí, si nunca me hubiera ido de Argentina? ¿Seguiría jugando al rugby en el club de mis amores? ¿Tendría esos amigos de la infancia que tanta gente tiene y yo no? ¿Sería más feliz?
Se puede estar así todo el día. Este juego no tiene beneficio alguno, más allá de tal vez ejercitar la imaginación. Aunque hay formas mucho más sanas de hacerlo, como jugar D&D o escribir una novela. Es un camino seguro hacia la ansiedad, la impotencia y la insatisfacción.
Ceteris Paribus y el libre albedrío
En economía hay un término en latín que se utiliza muchísimo, porque es la única forma en la que se pueden desarrollar los modelos teóricos. Es el Ceteris Paribus, que significa todas las demás variables se mantienen igual. Lo usan porque saben que el mundo real es muy complejo, y si tomaran en cuenta cada una de las variables posibles se volverían totalmente locos. O bueno, más locos.
¿A qué voy con esto? Pues, a diferencia de los modelos económicos, en tu vida, no podes aplicar el Ceteris Paribus. No hay manera de saber que hubiera sido de vos si hubieras tomado una decisión diferente, debido a la infinidad de variables y posibilidades que pueden ocurrir. Es como en todas las películas de viajes en el tiempo, si viajarás al lunes pasado y te pidieras un matcha latte en vez de un americano (ponele que te arrepentiste de no haber vivido tu día al máximo), existe la posibilidad de que desataras la 3ra Guerra Mundial.
O probablemente nuestras decisiones no sean tan importantes. Independientemente de si tenemos o no el poder de desatar catástrofes mundiales, pensar en el pasado juzgando con el conocimiento de hoy es una pérdida de tu tiempo. Nadie sabe que hubiera acontecido en tu vida de haber elegido otro camino, y el que te diga que si, o te está vendiendo algo o pasa sus noches en el banco de un parque.
Si verdaderamente existe el libre albedrío (ya hablaré sobre eso más adelante), no tenemos ninguna forma de comprobarlo, porque en un sentido práctico, solo vas a vivir en tu realidad.
Así que te aconsejo, como todo un experto en angustiarme por mis decisiones pasadas, NO LO HAGAS. A veces es inevitable, pero más que arrepentirte de lo que ya está hecho, enfócate en aprender de tus errores para no equivocarte en el futuro.
Y a menos que encontremos una manera de visitar dimensiones alternativas donde me pinté el pelo de blanco y llevo un piercing en la ceja, toda esta especulación es una perdida de tiempo.
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La biblioteca de medianoche de Matt Haig es un recorrido por los ¿qué hubiera sido? del protagonista, si no lo has leído te lo recomiendo ✨