Todos los años, miles de millones de personas alrededor del mundo se prometen ingenuamente que al comenzar el año de turno, cambiarán por completo como el reptil que muda de pieles, y dejarán atrás todos sus defectos, malas costumbres y manías.
La nobleza de sentimiento tras esta transformación no la hace menos ilusa, ya que en cuestión de pocas semanas, meses en el mejor de los casos, esas metas y resoluciones terminan olvidadas y dejadas, ya fuera en forma de una membresía domiciliada de un gimnasio, unos libros con el señalador en los primeros capítulos, o unas cuentas de ahorro menos frugales de lo que se pretendía en un comienzo. Por supuesto, no soy excepción alguna en cuanto a este fenómeno - podría argumentar que soy el ejemplo por antonomasia.
Sospecho que el fracaso en todas estas propuestas se debe a un acercamiento equivocado a la hora de construir estos hábitos, pero ignoro la lógica tras ellos, y no pretendo tener una solución. Se lo dejo a las personas que han hecho de su misión resolver esas cuestiones.
No, el motivo de esta carta es adyacente pero a mi parecer, más constructivo a la hora de proponer resoluciones. Es un ejercicio que recuerdo escuchar en un episodio del podcast de Tim Ferriss (quise encontrarlo pero me di por vencido a los 15 minutos de navegar su interminable biblioteca), y consiste en reemplazar una mirada idealizada hacia el futuro, con un vistazo reflexivo hacia el pasado. Para una persona que pasa demasiado tiempo realizando un análisis severo de sus acciones pasadas, no se me ocurre una estrategia más acertada.
En lugar de hacer una lista de intenciones a cumplir en el año próximo, haré lista de cosas, acciones o hábitos del año previo que me hayan hecho sentir mejor u orgulloso, y propongo repetirlos, expandirlos o implementarlos de forma definitiva. De esta manera, reemplazo el deseo de dar un giro completo a mi vida con cosas que no he hecho nunca y mágicamente volverlas parte de mi rutina, por elegir unas acciones puntuales que ya hice y no requieren que invente la rueda.
Ésta es mi lista.
1. Escribir como un monje del siglo XIII
Cómo he dicho anteriormente, nunca antes en mi vida había dedicado tanto tiempo a pensar, reflexionar y escribir. Comencé el año 2024 con una pequeña declaración de intenciones, y jamás imaginé el alcance y la sensación de satisfacción que vendría de este ejercicio semanal que es mi newsletter. Así que para mantener las costumbres, realizo una segunda declaración de intenciones: escribiré mucho más, buscaré llegar más lejos y más a fondo, y sobre todo, haré lo posible por hacerte reír.
2. Ponerme en forma de una vez por todas
El Toyota Corolla de las resoluciones de año nuevo. Y también uno de los que más rápido se abandona. Pero al igual que ahora, hace un año prometí ponerme en forma y lo hice.
Entrené calistenia en un parque 4 veces por semana hasta el mes de mayo. Las temperaturas subieron y hacer flexiones de brazos en el asfalto se volvió menos divertido. Llegó el buen tiempo, las cervecitas en la terraza, los días en la playa, y demás actividades que caracterizan esas fechas.
Una vez roto el hábito, es difícil retomarlo, y pese a repetidos intentos de contrarrestar la pachorra, no tuve éxito. Por ello, quiero aprovechar el engaño psicológico del año nuevo para convertirme en una mejor versión de mí.
3. Vivir el amor todos los días
Algunos de los momentos que más felicidad me trajeron este año, fueron aquellos dedicados exclusivamente a pasar tiempo con mi novia. La rutina y la monotonía suelen llevar al olvido de ciertos elementos que mantienen el amor vivo.
Los esfuerzos por impresionar a una pareja, tan comunes en los primeros meses de un noviazgo, se vuelven menos frecuentes, y son reemplazados por sentarse por horas a ver la última serie de Netflix, o pasar tiempo juntos mirando la pantalla del teléfono.
No pretendo revolucionar mi relación por completo, pero si este año pude separar unos días de mi calendario para dedicar tiempo, sin distracciones, a estar con mi pareja, este año voy a hacerlo el doble de tiempo.
4. Pasar tiempo con amigos
Creo que la gente nos hace la vida más llevadera. Este año dediqué más de una pieza reflexionando sobre el valor que le encuentro a la amistad, y por fortuna, tuve un año donde conocí muchas personas, y afiancé mi amistad con las que ya tenía.
Y en el 2025 pretendo hacer más de lo mismo. Separar todas las semanas un rato para tomarme un café con el que tenga tiempo, llamar a otro por teléfono, o recibir a todo tipo de gente en mi casa y servirles una buena charla acompañando una cena.
5. Invertir en el activo más rentable que conozco
Considero que la inversión más rentable que puedo hacer, es en mí mismo.
La mejor manera de ayudar a la gente, es mediante el ser egoísta. Como explica Adam Smith: “No es la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero lo que nos procura alimento, sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo”.
Y este razonamiento se puede trasladar al día a día de cada uno. Si yo me esfuerzo en ser mejor trabajador, y gano más dinero, podré ayudar a mi familia. Si hago más ejercicio, estoy sano y fuerte, puedo echarle una mano a mis viejos cuando estén mayores. Si me educo, me aplico y estudio, podré dar mejores consejos y tendré una idea menos equivocada del mundo.
Entonces, al igual que este año decidí trabajar en mi newsletter, ahorrar para el futuro, leí más libros que nunca antes, y (por unos meses) entrené calistenia y me compré una bicicleta, para este 2025 me propongo redoblar mi apuesta. Y hacer de este último punto, el centro de mi propuesta para los meses que vienen.
Te invito hacer este mismo ejercicio cuando te sientes a pensar en tus objetivos para el año que viene. Aplaudo a todos los ambiciosos que se proponen cambiar radicalmente su vida implementando resoluciones difíciles y nunca antes vistas. Pero para el resto, la mayoría de nosotros, considero que un ejercicio más productivo es el de reforzar lo positivo que se ha hecho en el pasado.
Nene. Vení. Acércate que te quiero decir algo…
¡Feliz 2025!
Muy interesante, feliz año Lucas!! 💙
Cuanto mayor me hago, más me gustan los enfoques realistas y pragmáticos, incluso conservadores, en lo que a la consecución de objetivos se refiere. Y mira que he sido soñadora y apasionada con las metas. O tal vez precisamente por eso, y por las hostias que me he dado. 😂
Así que no puedo estar más de acuerdo con tu enfoque, Lucas. Que tu 2025 sea igual de bueno (en lo bueno) que el 2024, y un 1% mejor.
Un gran abrazo.